Un slogan rotundo que es un imperativo justo en su formulación y que sin embargo surge porque la acción contraria (vender Murcia palmo a palmo) viene poniéndose en marcha casi sigilosamente, desde hace ya demasiados años, entre despachos y pactos dudosos, de dinero fácil a espuertas. Firmantes de pactos dudosos que se ven impelidos a mendigar agua del Ebro, poniendo por escudo al pueblo y a los agricultores: El agua que ellos despilfarran a espita abierta, en sus ya numerosas urbanizaciones, por un puñado de dólares.
Pero es que a pesar de detenerse el trasvase estos no paran: son de la familia de los que ahogan cualquier investigación de energías alternativas por mantener el negocio de las sucias, a costa de esquilmar lo que sea.
¡Es increíble!, tremenda paradoja en las tierras más resecas de España, jugar con la atracción del verdor en el semidesierto. Es como si quisieran hacer del contraste sequía vergel un negocio más: comprad vuestras casas con pulcras piscinas, obsevad vuestro césped y asomaros luego a vuestro muro, límite de vuestro paraíso para contemplar la tierra seca y agrietada: por todo eso nosotros os cobramos todos los euros que podáis pagar; y construiremos, junto al Mar Menor, en Alhama, en Aguilas, en todos los espacios protegidos necesarios…, no pasa casi nada, porque la gente de a pie no se entera: no suele acercarse con frecuencia por estos oasis artificiales, surgidos de dudosas amistades, de la voladura de planes generales de urbanismos, de la recalificación interesada, como si el suelo de esta región fuera sólo del sector de la construcción.
Vergonzoso: y todavía se atreven a pedir agua para todos.
Agua para beber, para la agricultura, para la tierra: no para negocios tan deleznables.
La gente parece que ya va tomando conciencia. Esperemos que no sea tarde: que se quieran hacer mejor las cosas. Aunque mucho mal hecho hay ya. Pero a todos los murcianos de bien nos parece que es preciso al menos de forma inmediata parar, y luego, replantear seriamente lo hecho: y no le pongamos color político al injustificable desmadre: sean quienes sean, aunque claro, abunden los del color aún reinante en la región.
«Murcia no se vende» es una plataforma de más de cuarenta colectivos bien cocienciados por este tema cuya andadura ya no puede pararse, aunque a veces hayan gestos tan extemporáneos como el del alcalde de Archena, prohibiendo servir a estos un refresco en bares, tras una manifestación pacífica para defender lo que pensamos es lo justo: este es otro a los que no importa dejar sedientos a los murcianos: ¡qué intereses defiende!…
Podéis acercaros al Google y buscar: «Murcia campos golf sequía» y veréis cómo la polémica está ya bien servida, pero parece ir aterrizando al lado de la racionalidad y la obviedad, que sólo el dinero y los ladrillos pretenden tapar. Llamo racionalidad y obviedad al hecho de que cada vez somos más los murcianos que vamos dándonos cuenta de esta gran tomadura de pelo, por hablar correctamente.
¡Pongámosnos las pilas para enriquecer a la región de otra manera más igualitaria, más respetuosa, más elegante!