Estamos de acuerdo en que hay muchas formas de perseguir una caja de un determinado medicamento en el “cajón de sastre” en que se convierte el botiquín doméstico. Estamos de acuerdo en que los ciegos y discapacitados visuales somos capaces de construir diversas tácticas para habérnoslas en nuestras dificultades, como no podía ser de otra manera.
Sin embargo, creo que muchos fuimos los que sentimos una sensación de alivio cuando se nos prometía que la Unión Europea había redactado un flamante artículo (el número 56) en una no menos flamante directiva, la 2004/27/C=, donde se reconocía el derecho a etiquetar los medicamentos de forma legible para el colectivo de discapacitados visuales.
Por fin, uno se podía levantar a las 3 de la madrugada confiado en que no daría muchas vueltas para aprehender la cajita adecuada de analgésicos llegado el caso, sin remover y remover todo el cajón de salvíficos productos malamente ordenados, con el consecuente aumento del dolor de cabeza y la distancia entre ciegos y videntes se vería también en este punto un poco menguada.
Pero no, no es así totalmente. Han sido bastantes los productos farmacéuticos que están etiquetando en braille. Pero son más los que están esperando algún aldabonazo para ponerse manos a la obra, o pagar alguna miseria para que otros le hagan el trabajo, que será lo más habitual.
Dice el legislador europeo en el lugar señalado:
“La denominación del medicamento, tal como se contempla en la letra a) del artículo 54, también deberá indicarse en alfabeto braille en el envase. El titular de la autorización de comercialización garantizará que, previa solicitud de las organizaciones de pacientes, el prospecto de información del producto estará disponible en formatos apropiados para las personas invidentes o con visión parcial.»
La normativa tiene que estar bien releída por las empresas del sector. La citada directiva toca todos los aspectos esenciales para hacer de la distribución y comercialización de medicamentos Una actividad a la altura de Europa y de nuestros tiempos. ¿Qué razones, pues, hay para que no haya mucha prisa en cumplirla?
¿Podrá deberse a los escasos márgenes comerciales de los laboratorios farmacéuticos?
Pedro Egio.
Braille,