Pues ya ven ustedes cómo vamos: esto de que las máquinas estén todos los días sujetas al tema de la competencia y participen tanto en las leyes del mercado hace que nos sirvan bastante peor: demasiadas innovaciones de los tres cuatro gigantes que se reparten el pastel: los Microsoft, los Google-Android, los Apple, y en las comercializaciones en general los Amazon; el capital, y nada más que el capital, es lo que tiene: que son muchas las cosas que se descuidan. Estamos de acuerdo en que es difícil conseguir una sociedad perfecta, pero también lo podemos estar igualmente en que la que vamos teniendo llega a una tremenda contradicción: está haciendo inviables demasiadas cosas: hasta el desarrollo normal de la humanidad en el planeta, y no por violencia directa, sino porque hasta está esquilmándolo y corrompiendo de una manera impensable hace un siglo.
Lo cierto es que vamos por otra parte constatando que, además, esta forma de conducirnos no aterriza en los resultados económicos que también necesitaríamos para contentarnos todos desde el punto de vista del capital, porque ayer el BCE europeo no pudo por menos de reconocer que estamos en recesión económica más o menos marcada, pero sí hasta el punto de ser aconsejable no subir los tipos de interés bancario y de seguir intentando inyectar liquidez a la banca. No cabe duda: de una forma u otra nuestros hábitos en general deben de ir cambiando: no es posible un progreso económico sin fin, y a lo mejor tampoco nos hace tanta falta: quizá es mucho mejor prestarle más atención a la filosofía, la ética y los principios morales y mejor nos irá; necesitamos pues otro estilo de gobernantes y de empresa multinacional: la globalidad es inevitable: ahora debemos evitar el colapso global, y yo y todos debemos tener esperanzas en ser capaces de evitarlo: la humanidad tiene un potencial intelectual realmente increíble y ha crecido también moralmente aunque no sea tan obvio a tenor de los resultados descorazonadores de la crisis económica última: ésta en que desde 2007 andamos ya todos. Es ese potencial de inteligencia, que hemos venido acumulando de la época de las cavernas hasta acá, el que posibilitará que sigamos pactando, discurriendo, todo lo necesario a fin de que nuestros descendientes no vivan en un planeta demasiado inhóspito: sin arte, sin filosofía, sin escuchar a las mujeres, sin atender a la diversidad, sin respeto por el otro, sólo pensando en sacar siempre las mejores tajadas, no lo vamos a lograr: eso lo debemos saber todos: con el individualismo feroz no podremos subsistir muchos años. Que estamos a tiempo: sin duda; poco a poco incluso lo seguimos intentando, aunque qué poco favorecen las políticas más «ultra», qué poco la autorización del uso de armas ni tan siquiera en defensa propia: un tic tan recurrente de determinados fascismos del momento.
Máquinas sí, desarrollo de la informática sí: dedicarla sólo como una herramienta sometida al valor de cambio, al progreso sin límites no: si nos apresuramos no podremos beneficiarnos tanto de sus bonanzas para todos; y el problema empieza cuando cuatro dicen: unos cuantos comienzan a pensar: «no queremos bonanzas para todos: los demás: que se jodan».