El tiempo pareciera a veces acelerarse

Escribo este título porque en efecto casi no tengo momentos para escribir por aquí, y sería mucho de lo que me gustaría hacerlo, pero no paran de acaecer cosas a nuestro alrededor: se suceden los hechos, las informaciones, los gestos, y menos mal que aún los españoles guardamos el tipo, y es lo que más deseo: que no respondamos a lo que hay a nuestro alrededor, a lo vertiginoso de nuestro momento histórico como antaño, como hace casi 77 años; que no seamos tan «españoles» y al tiempo sí seamos buenos españoles; no es tan difícil Dios Santo, después de que tantas cosas podríamos saber; me gustaría que hayamos sido capaces de aprender, pero me preocupa la derechona española, que siempre es tan preocupante.

Hace diez días escuchaba al papa en La Sexta, y después he perseguido por varios lugares su entrevista, porque no pude cogerla desde el principio. Siento no haberla podido escuchar todavía, y parece que va a ser difícil porque La Sexta parece no querer difundirla completa, por cuestiones de sus derechos y sus posibles negocios; no lo sé con seguridad, pero creo que es una buena entrevista que todos deberíamos atender. Sigo pensando que en efecto me siento bastante bien autoetiquetado como agnóstico, de izquierdas y cristiano y en efecto en las palabras del papa, salvo algunos detalles, por ejemplo referentes al aborto y algunos otros, en general percibo muchísimas cosas sumamente interesantes para España y para el mundo entero. Qué pena que muchos lo visualicen como a un «papa rojo». Tremenda aberración que nos puede costar tan caro, como todo el imaginario derechón.

Estoy muy convencido de ello, y no sólo yo, claro: somos cada vez más, tengo la impresión, los que nos damos cuenta de lo pernicioso de ese imaginario, hoy que comienza la pegada de carteles de la primera de las elecciones que hemos de abordar por España, en un mundo tan complejo, con el cambio climático acechando a base de bien, el imperialismo de Trump y la burrada de material bélico tremendamente nocivo de EEUU. Y cuántas injusticias y al tiempo, cuánta gente deseosa de vivir en paz. Y en fin, en efecto, los acontecimientos se tropiezan, se empujan, y muchas personas son tantas veces simple rebaño, engañado por tantos impresentables que incluso se barajan sillones en el parlamento español como si éste fuera simplemente un mercado para apañarse el porvenir de la manera más descarada y al tiempo disimulada posible. Una auténtica pena; como un Casado, que de pronto está de acuerdo con el salario mínimo y de pronto no, para seguir haciendo su propio encaje de bolillos, o personas como Rivera, Albert Rivera, de un nivel cultural tan pésimo, engañándonos a todos a placer, con sus cuentos de que nada tiene que ver con Abascal: qué pena. Esperemos que podamos dar mejores lecciones en esta aldea global que hace casi 77 años.

Pedro Egio

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