En el vergonzoso “caso AVE a la murciana”
Cuánto tiempo hemos perdido en esto de haber denunciado entre unos cuantos esta ramplonería imperdonable de peperos y similares en esta penosa región de su laboratorio de prácticas e ideas abusivas. Recuerdo cómo nos pusimos en pie más de trescientas personas en noviembre de 2009 y logramos parar los famosos camiones de La generala, derrivos y construcciones peperos a domicilio. Qué pronto el Juzgado de guardia murciano paralizó aquel indignante trasiego de restos árabes que a los arquitectos flamantes de Murcia importaban tanto como a Catulo las críticas de los ancianos romanos en sus devaneos con Lesbia.
Ay, aquí cómo la cosa se nos ha ido de las manos, y siempre por el acojone que produce ver a nuestros poíticos en trajecito, así de falsamente educaditos, paseando imágenes pá’rriba y pá’bajo con el temblequeo de piernas del murciano que más que murciano es “burciano”, por su complicidad con las asneidades de estos señores del toreo y la Feria de septiembre fácil y tan altamente pecaminosa, por estar llena de tópicos y robos a la cultura popular.
Y luego viene lo que con estos señores siempre acontece: que cuando sueltan su presa nos dejan ahí, en paños menores, como en San Esteban: echan cuatro plásticos por encima y que todo se pudra: no se pudo robar a gusto pues ahí queden para el arrastre los espacios mancillados y bien mancillados por la codicia de la derechona más anticultural y antimurciana que ha pasado por aquí desde los tiempos de Alfonso X el Sabio: qué pena de Murcia, qué pena de murcianos, y qué pena de españoles en las garras de estos políticos de pacotilla, tan preocupados solamente por sí mismos.