El siguiente texto me fue pedido por el Foro Social de Murcia:
Hoy es el día de los Derechos humanos.
Cierto es que el día de los derechos humanos para las personas con discapacidad se celebra por su parte el 3 de diciembre, pero dado que los discapacitados somos personas pues viene bien asomar por acá también la cabeza para incidir en nuestros derechos, como personas y personas con esta afección en mayor o menor grado: la discapacidad, de tan diversa índole: física o psíquica y hasta de ambas en algunos casos.
“En todo el mundo, casi una de cada 10 personas vive con una discapacidad y, según estudios recientes, las personas con discapacidad constituyen hasta un 20% de la población pobre de los países en desarrollo. Muchas personas con discapacidad siguen encontrando obstáculos para participar en sus comunidades, y a menudo se ven forzadas a vivir al margen de la sociedad. Con frecuencia están estigmatizadas y discriminadas, y suelen verse privadas de derechos básicos, como el derecho a la alimentación, la educación, el empleo y el acceso a servicios sanitarios y de salud reproductiva. Muchas personas con discapacidad también son internadas en instituciones contra su voluntad, lo que constituye una vulneración directa del derecho a circular libremente y el derecho a ”vivir en la comunidad propia”.
Así reza el texto justificativo de la Convención para los Derechos de los Discapacitado de las Naciones Unidas.
Hete aquí que constatamos que el ser humano, este que escribe sobre sus derechos, es de lábil memoria: con facilidad olvida dónde ha dejado tal cosa o tal otra, e incluso también sus derechos y deberes in indisolublemente unidos. Hay pues que escribirlos, celebrarlos, para intentar evitar ese lapsus que es el olvido o esa falta de potasio, que muchas veces suele acaecer por descuidos, o, a lo peor, por intereses inconfesables.
Sí, el día 3 de diciembre fue el día de los derechos de las personas con discapacidad y hoy el 10 de diciembre, es el día de los derechos de todas las personas: escribámoslo así pues, personas escribientes, lectoras, para que nosotros mismo los recordemos y tendamos a ponerlos en práctica: y queden los intereses inconfesables para aquellos que lejos de mirar al bien común miran a su propia faltriquera: cosa que por desgracia comprobamos que sucede con harta frecuencia.
Pero escribámosles a esas personas, digámosle, que no olviden, que respeten: al planeta y a cada uno de sus habitantes: aunque estas personas por lo general también son terriblemente discapacitadas: son sordos a las palabras y ciegos para leer y recordar ciertas cosas. Y a pesar de que escribir a veces también pueda tender a hacernos olvidar como indicaba Platón en su mito de thamus y theuth sobre la escritura.
Muchas gracias.
Pedro Egio.