Más de cuatro meses han ya pasado desde que al principio cientos de ciudadanos, posteriormente más de 20.000 a juzgar por el grupo constituído en Facebook, quedaran prendados y dichosos por el descubrimiento del ubérrimo yacimiento arqueológico de San Esteban en Murcia. Era como si las frutas de santa Casilda se trocaran en rosas milagrosamente: íbamos a por un parking, para muchos sinónimo de podrida sociedad avanzada, más hormigón , más humos, y nos encontrábamos con un remanso de historia, una vuelta a valores más humanos, sosiego, aunque no haya época perfecta aún para el hombre.
Hasta el propio D. Ramón Luis Valcárcel se enfrentaba a sus colaboradores y pregonaba desde Bonn la necesidad imperiosa de conceder total exclusividad al Yacimiento, descartando ante su incuestionable valor la construcción del Parking. Cierto: la máxima autoridad de la región caía en la cuenta de que “¡El murciano!” -como a él tanto le gusta decir- no se merecía semejante tropelía; de que no siempre el hormigón debe de ganar la partida: de que hay otros valores a defender que pueden además reportarle satisfacciones éticas, estéticas, incluso a la larga económicas.
Sí, el presidente fue cabal; así nos lo pareció a los más de 20.000 ciudadanos apiñados en torno al los extensos vestigios de los siglos XIII y en su momento, con la continuación de los trabajos de excavación, XII, superando la visión que sobre el particular venían manteniendo miembros de su equipo como Cruz o Ujaldón, y eso que en este último caso estamos ante alguien que se ha dedicado al tema del amor al saber, que como hoy nadie ignora eso es lo que significa la palabra “filosofía”.
Sí, Don Ramón Luís fue claro y contundente. Puede confrontarse el Periódico La Verdad en este enlace:
http://www.laverdad.es/murcia/20091209/local/murcia/comienza-desmontaje-restos-esteban-200912091052.html
Incluso puede irse a www.carm.es, el Portal de nuestra Comunidad Autónoma y buscar sus declaraciones, del pasado 9 de Diciembre. Bajen un mp3 de poco más de 500 KBs. Es un ejercicio que me atrevo a aconsejarles, pues sus palabras son bien elocuentes.
Con mucha lentitud han ido sucediéndose algunas reuniones de miembros de la Plataforma “abraza San Esteban” (un grupo de sacrificados ciudadanos de entre este amplio colectivo de personas interesadas en proteger el yacimiento) con la máxima autoridad de la Administración Autonómica y diversas personalidades de su equipo.
¿Dónde está el problema pues? En esa lentitud, más acusada que la propia de las cosas de palacio que siempre van despacio decía el refrán; y en algo más lamentable: en que “el murciano”, empieza desde hace semanas a tener la impresión de que sus gobernantes (el propio Valcárcel, Alcalde, Consejero de Cultura y el Director General de Bellas Artes principalmente) están dejando correr el tiempo cronológico e incluso hermanándose con el climatológico para que el feliz hallazgo, el que ilusionó a los murcianos por despertar valores no mercantilistas y por su significado histórico, vaya depauperándose sin remedio, y lejos de constituir un tesoro ante estudiosos y amantes del saber y del pasado sea testimonio de un milagro –el de Casilda- vuelto atrás, de forma que de rosa se torne el invento de nuevo en fruto de nuevas especulaciones urbanísticas, que aquí en nuestra tierra hay especialistas en ello.
Más valentía, pues, creo que es dado pedir a nuestros dirigentes; por ser tema este no pequeño dada su repercusión en la sociedad murciana. Valentía ante los dos únicos caminos que me parece caben ante la cuestión: o reconocer la importancia del descubrimiento o poner de manifiesto su insustancialidad y en ambos casos sin titubeos, “con luz y taquígrafos”, para que toda la sociedad murciana se entere.
En el segundo caso entiendo que debería procederse en consecuencia, según el interés general y no otorgándose sin más el terreno a manos privadas. Y si es el caso del primero, según espero, con urgencia procédase a proteger el Yacimiento de toda inclemencia: no se permita ni arrojo de basuras, ni estallido de bombas de agua, ni más derrumbes, ni humedades por efecto de lluvias ni más destrucción de muros o ladrillos próximamente por efecto del agobiante calor que presumimos ha de venir.
En fin, presidente: haga honor a sus palabras: es lo que me atrevo a pedirle desde estas páginas, seguro de que reflejo el sentimiento de muchísimas personas. Y no se me diga sin más aquello de que el Ayuntamiento ya ha licitado las obras para su protección: han pasado cuatro meses tras aquella su intervención y el aspecto del yacimiento es el de un lugar totalmente abandonado. Aunque no llegara a tener méritos para convertirse en “museable”, al menos merece ser tratado con todo respeto.
Mas quieran los hados que sus palabras desde Bonn, presidente, fueran certeras; que en esos terrenos tengamos en pocos años un espacio de encuentro, un lugar por el que otra época asoma para advertirnos que la nuestra de hoy no es la única posible, quizá con tantos adelantos, pero también con tantas injusticias y frustraciones para la humanidad.