Este librito de microrrelatos creo que es una cajita de ciento veinte bombones que sí puede hacer las delicias de muchos, aunque no estoy del todo contento de su corrección que no me ha correspondido hacer a mí hasta la fecha por mi dificultad visual de ceguera total, si bien parece que se están dando las condiciones para poder corregir yo personalmente en el futuro lo que ose escribir, porque técnicamente parece que va siendo posible. Hemos avanzado mucho tecnológicamente y esto hace albergar esperanzas, pero también es cierto que nos genera mucha perplejidad.
Puedes adquirirlo en formato electrónico en la prestigiosa editorial murciana de don Diego Marín. Y leer algunos de ellos aquí mismo.
Algunos relatos de este libro
71 Mantenía sus manos
Mantenía sus manos alzadas, ofreciendo la Hostia a unas trescientas personas a aquella hora de la tarde de sábado. Alzaba, después de beber, el cáliz Telesforo, según mandan los cánones, pasando por delante de sus ojos cuitas de la autoescuela en la que trabaja. Le parecía irreverente, pero sucedía si iba hasta arriba de asuntos … Continuar leyendo
82 No es fácil de explicar
No es fácil de explicar, pero es cierto que en los peores momentos el personal sabe por lo general ponerse las pilas. Robert lleva quince años aportando brillantes ideas en su trabajo, reconocido por sus compañeros más directos al tiempo que varios de sus artículos sobresalen en revistas científicas de prestigio. Su trabajo le apasiona, … Continuar leyendo