¿Qué decir de este “Icue” archiconocido? Que tomó la antorcha de manos de su padre Amílcar y que tuvo en jaque durante años a Roma, hasta que Escipión logró, sólo en su ausencia y y tantos millares de cartagineses, rendir a Qart Hadasht.
Dirige todo un desfile hacia los Alpes, pertrechado de todo lo necesario, en extensísima procesión donde las haya, de 37 tronos, ¡perdón!, elefantes, y mesnadas que aterrorizan a los todopoderosos romanos. Al pie del Ródano divisan los campos que pueden ser suyos, acabando con la impertinencia y la zozobra de muchos años.