Menuda nochecita

Y menuda madrugada, del 10O, por cierto que mañana 11 se cumplen diez años de la muerte de mi hija: ¿quién dijo que el suicidio es cobardía?
Para mí más cobardía me parece cuando los hombres son mandados por ejemplo a coger un fusil, aquellos que se quedan en sus despachos.
Espero que esto no ocurra, porque a mí sí me dan ganas esta noche, con todo mi pacifismo a cuestas: «¡en pie, famélica legión!». Con nuestras ojalá que mejores armas: nuestras manos alzadas, nuestras voces al unísono diciendo: queremos vivir en paz, nos estorban todos los tremendos zoquetes que sólo piensan en darse la vida padre.
Hace unos minutos he escrito una carta a mi hija: como suelo hacerle aún y supongo que le haré mientras pueda escribirle como hasta ahora, mientras tenga fuerzas y lucidez. Y le he puesto:

Pues ya ves tú, ojalá pudieras ver Jose: las cosas acá por España están esta noche que arden, y la culpa: la ambición humana.

Lo que es menester es que a partir de mañana tengamos distensión, y sin embargo presumo y hasta me alegraría de que Puigdemont quisiera resistir con un par; aunque es cierto que hay en él algo que no me gusta: es de derechas, y esto no es un lunar.
La derecha es la culpable de que el mundo se esté pudriendo a pasos agigantados; entendiendo por izquierdas el pensamiento emancipador y realmente solidario entre los hombres, y esperando que esto ya no sea hoy día algo demasiado difícil ya de entender.
Sí, tengo confianza; parece mentira, cuando he pasado por tantas cosas, pero aún tengo confianza: no sé si será la confianza de los gilipollas o la de los valientes, y de corazón verdaderamente humano.

Deja un comentario