Demasiadas promesas inclumplidas

Demasiado tiempo sin escribir nada, cuando las circunstancias sociales siguen caminando en la dirección de las incomodidades, de las carencias, de los descubrimientos de acciones como dignas por parte de nuestros políticos: los del PSOE empujados a obrar desde el individualismo del neoliberalismo; los del PP con la hipocresía y el egoísmo de siempre.
En Murcia por ejemplo, comienzan a sucederse desde mediados de diciembre manifestaciones de los funcionarios, quienes se ven torpedeados desde el gobierno de la Nación y más aún si cabe desde el del Señor Valcárcel, cuyos cantos de sirena han acabado porque todo el mundo ha descubierto lo desfondado de casi todas sus palabras y promesas; por ejemplo: hemos esquillmado el suelo para nada; ¡y menos mal que la crisis nos ha parado!
Y realmente fastidia, que sólo ahora los funcionarios estén airados. Porque es triste que cada cual, en esta sociedad poco politizada de muchos políticos, quiero decir, de poca conciencia política, se suela levantar cuando le tocan directamente sus intereses; muchos de ellos siguieron sentados desde hace casi un año en que las condiciones sociales se están endureciendo, por no decir más tiempo: ansias de privatización desmedidas y aún llevadas a cabo, recorte en las pensiones, Reforma de la Ley Laboral que casi pisotea a la mayoría de asalariados. Y todos permanecimos en nuestro sillón. Bueno, casi todos permanecimos sentados en nuestro sillón. Afortunadamente todos no. Pero lo gordo viene ahora, con la desaparición de la ayuda de 426 euros a parados de larga duración. ¿Quién va a levantarse ahora? ¿Quién le recordará a Zapatero que prometió frecuentemente no abandonar a ningún español; y claro, de su parte ni la más mínima disculpa; como se ve respaldado por media Europa, por el FMI, por Alemania e Inglaterra, como no hay sidicatos de indigentes, Mister Zapatero puede dejar a sus conciudadanos sin promesa y muriéndose de hambre por las calles. Ese es el panorama que desgraciadamente puede que nos espere. Muchísimos miles de familias sin nadie que trabaje en su seno, miles de familias con casas devueltas a los bancos y pagando aún su hipoteca y todos de manos cruzadas.
¿No podríamos poner en pie un fondo, bien estructurado, de aportaciones generosas, de carácter mensual, por parte de los que aún tenemos algo, para que estas personas: a subrayar lo de «personas», simplemente puedan vivir.
Es nuestro deber contribuir, me parece, de esta manera; con un gobierno o una institución seria que coordine ese fondo, que lo administre a las familias adecuadas mientras se den determinadas circunstancias. Y, eso sí, al mismo tiempo, rebajando drásticamente los sueldos de políticos y poderosos. Empecemos a ser serios, que el mercado no va a destruirse por eso; al contrario: seguirá circulando dinero. No hagamos caso a las teorías que dicen que el mercado se enriquece más con la miseria, porque sube los precios todo lo necesario para mantener llenas las arcas.
Si no queremos acudir a esta figura de un fondo creado con aportaciones solidarias espontáneas o reguladas por igual para todos los que estemos en disposición de contribuir a ese mantenimiento, el Gobierno debería a mi juicio subir sin remilgos de ningún tipo los impuestos para cubrir esas necesidad, para prolongar esa ayuda que ahora va a concluir indigna e inexplicablemente. Y si se ofende el FMI, o la derecha con la subida de impuestos pues, las cosas están de tal forma a lo que parece, que da exactamente igual: que vayan bajando de su cielo; que se unjan con el aceite de la humanidad: que bien que han sacado partido de la igualdad, fraternidad y la justicia también ellos y de toda la cohorte celestial.
Seamos serios: que todos somos seres humanos.
Y en cuanto al papa: sea usted verdaderamente fraternal e inste con absoluta firmeza, usted y todos sus cardenales y obispos, a cumplir con el mandato bíblico de socorro al indigente y hágase digno de su opulencia. Quiero decir: yo no le pido que expropie hoy por hoy los bienes de la Iglesia: pero sea digno de morar entre ellos, porque esa dignidad hoy día está perdida a los ojos de casi todos.

En fin, ojalá que los responsables se pongan manos a la obra y no se produzca mayor dolor ni excisión social, entre los que pueden y los que no pueden vivir, que hoy día hasta ahí llega el problema por desgracia.

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