Hasta ahora he sido reacio a escribir sobre este particular en este modestísimo lugar. Hablar del trastorno límite de la personalidad, y un poco a vuelapluma –sin links oportunos ni citas centrales de la cuestión- es casi imperdonable. Pero me empuja una novedad que se abre esperanzadora en Murcia aunque sepamos que no es de prudentes ilusionarse prematuramente.
Ha sido dada a conocer en la prensa Murciana la constitución de esta asociación específica para jóvenes con este problema, que parece ser una emergencia muy de nuestro tiempo, como señalan algunos profesionales, siguiendo la forma de encauzar los “objetos” que surgen históricamente del pensador MICHEL FOUCAULT.
En efecto, parece un problema de nuestro tiempo, creado por nuestro tiempo y su diversidad de códigos, desaparición del papel preponderante por ejemplo de la religión, desmitificación del papel del padre, stress, competitividad, vacío, angustia, etc.: un problema este del tlp, tan profundo para quienes lo padecen: este trastorno que coloca a las personas entre la neurosis, tan habitual y la psicosis; los “borderlines”, esos sujetos superebeldes, experimentadores, incansables “euforiones” que constantemente quieren iniciar el vuelo y constantemente caen al derretírseles las alas por la cercanía al sol y que en ese movimiento vertiginoso arrastran a todo lo que encuentran a su paso, sobre todo a su propia familia…
No les deseo esta experiencia de compartir vida con almas tan arrebatadas de vacío y angustia, aunque son encantadoras, por supuesto, porque en el fondo parecen devolvernos lo más genuino del carácter humano, lo que todos en el fondo somos: “niños indómitos”.
Que podamos encontrarnos, citarnos, apretar codos, todos los que hemos sido tocados por este avatar es un consuelo inestimable. ¡Cómo no aplaudir la decisión de las primeras familias que se han decidido a caminar por esta senda de ARMAI-TP!, asociación de la Región de Murcia para la ayuda e investigación del tpl. Así en el país tenemos ya varios centros neurálgicos para estas prácticas integradoras tan deseables: La Coruña, Málaga, Murcia, Zaragoza, Valladolid, Barcelona, … No se molesten los no citados, aunque pocos serán quienes me lean.
Quieran los dioses –esos tan olvidadizos, tan ensimismados en sus propios anhelos- mirar con benevolencia este proyecto; y, para ser más prosaicos, pero sin perder la seriedad, quieran nuestros gobernantes comprender más la situación de tantos murcianos, españoles, europeos, tocados por el infortunio de tener que llenar de normas y sentidos el bagaje de quienes se comportan tan reacios a ello.