Un nenico pijo y de papá que no quiere soltar el sillón del Despacho Oval de la Casa Blanca

Lo de casi siempre: el nene mimado y consentido, que si tiene la suerte, para él y sus amigotes, de llegar al poder, nos la mete a todos los demás y se queda tan tranquilo.

Se nos cae el mundo casi por los cuatro costados y vienen siempre los mismos a presumir de que son los mejores: los más amantes de su patria, los más rezadores, los mimados de Dios, y va la mayoría del personal y se traga el anzuelo tan a gusto.

¿No será que muchas veces simplemente lo que nos sucede es que somos un poquico tontos de más?

Siempre suelo repetirlo: no se trata de ser violentos: se trata de ser inteligentes y y no votar apariencias. De acuerdo en que somos humanos y por tanto no perfectos, no acabados que diría el otro tomando al verbo participio latino en su significado genérico.

Se trata de esto hoy día: no de ni siquiera quemar un sólo contenedor, sino de a nuestro alrededor esparcir buen rollo y verdades antes que cuentos chinos, como suele decirse.

Se trata de ser conscientes, siguiendo la máxima sencilla de Saramago: la alternativa contra el Neoliberalimo, añado yo, ya bastante ciego, se llama conciencia; ésta era su frase que repetía, con tanta razón, como mantra.

Lo que no es de recibo es que el psicopatriota y el nene de papá se sigan riendo así de todos; menos mal que así lo va entendiendo hasta la Cadena Fox.

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