Muchos somos los que, como el Gobierno de España, decimos: vamos al encuentro de una «nueva normalidad»

Muchos, los que estamos convencidos de que las cosas no pueden seguir como hasta ahora, como iban sucediéndose a lo largo y ancho, espaciotemporalmente, en nuestro mundo, ya globalizado y tan digitalizado que casi hablamos de realidad de las cosas y realidad virtual. En tal sentido estoy muy de acuerdo con el detalladísimo y amplio análisis publicado por Ignacio Ramonet en el siguiente enlace:

La pandemia y el sistema-mundo

El largo artículo de Ramonet al que me refiero y he linkeado contiene 145 referencias precisas a otros tanto puntos a tener en cuenta con la mayor seriedad posible y delinea más o menos el momento en que podemos encontrarnos: un momento, con todo, de no poco desconcierto, de grandes paradojas, porque no sabemos si, en efecto, estamos dispuestos a asumir lo que nos toca o si todas las decisiones van a estar tomadas ya por nosotros. Qué duda cabe que las personas tienen mucho que decir acerca de su futuro: deberían al menos poder tener que decir acerca de su futuro: El futuro siempre se ha conformado a base de las prácticas humanas: «prácticas discursivas» que diría M. Foucault; siempre parecía estar pincelado incluso por los diversos intelectuales de cada época: los filósofos, los artistas, y a partir del Renacimiento, también los científicos.

Ahora las cosas también parece que se nos complican aún más: ni siquiera podemos quizá partir de que los actores de la Historia son dos clases sociales: la de los que detentan los medios de producción y la de los trabajadores: ahora hay actores que parecen superponerse a todos con fuerza: las multinacionales, los «lobbies» o grupos de presión ante los Estados y sus Parlamentos, la Banca -la «gran banca» y la no tan grande y más o menos nacional-, las instituciones internacionales que no coinciden completamente con los grupos humanos más amplios, con los intereses de la sociedad más común, parecen en efecto neutralizar el voto de esas grandes masas.

Y sin embargo yo creo que podemos perfectamente seguir analizando las cosas desde Marx, desde Nietzsche, desde Freud, desde Kant, desde Husserl, desde incluso la Filosofía Analítica y del Lenguaje y sus múltiples enfoques…, y aun más posiciones, porque en todo momento la tarea del pensar es siempre la misma: es el pensar: el pensarnos a nosotros mismos, la sociedad y nuestro mundo, en el punto precisamente en el que nos encontramos: y hacerlo con la mayor autenticidad, kietkegaardiana y sartriana, y decir: en efecto, no podemos continuar todos «ciegos» a lo que tenemos delante.

La tarea es compleja, pero queremos seguir siendo, aunque tengamos que renunciar a tantos tics sin duda equívocos y a tantas máscaras:

Caminemos. Exigencia machadiana: sigamos andando: con cabeza y corazón, sobre todo tantas personas que queremos un mundo más justo y vivible para el tiempo que nos quede por vivir a cada uno y también para nuestros herederos.

Sí: no queremos más de lo mismo: queremos esforzarnos para evitar la ecatombe; y es más: sí se puede, sí debe poderse: tenemos Tierra para rato, si sabemos ser inteligentes y la inteligencia es lo que caracteriza más precisamente a este animal que autoverbalizamos como «»humano».

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