Sí: mi trabajo que titulamos, mi director de Tesina, don Francisco Jarauta Marión y yo, «La descodificación de la Conciencia Romántica en F. Nietzsche».
Era para mí una época por una parte dorada y por otra bien dura: se estaba produciendo mi primera ruptura con mi querida Lola Rubio García, madre de mis dos hijos. En aquella época sólo había nacido Carlos Javier, a quien dediqué aquella acotación para mí aun tan valiosa sobre este insigne pensador, filólogo, prácticamente también poeta y músico: éste al fin y al cabo «titán» de la cultura occidental, pero también ineludiblemente hijo de su tiempo; y en esta dirección iba mi reflexión, apoyada desde luego en tantas lecturas, sobre Nietzsche y alrededor de él, mediante un trabajo concienzudo durante mis cinco años de carrera en la querida Universidad de Murcia de aquellos años.
Leí el trabajo ante un tribunal formado por don Patricio Peñalver Gómez, don Eduardo Bello Reguera y don Francisco Jarauta como mi mentor.
Era el año 1984: ahora, treinta y cinco años después vuelvo a hablar de mi libro: de mi librito sólo hemos editado cien copias porque no soy ni rico ni pretencioso; en todo caso puede que más lo último que lo primero. Y espero hacerlo ante un grupo de amigos, y en compañía de don Francisco Jarauta y también de mis compañeros músicos. Por ese lado me hallo bien contento. Y sin embargo cuánto sufrido y probablemente por sufrir: la jubilación tan temprana de mi Cátedra de Instituto, la muerte de mi hija, el divorcio de Lola e incluso este estado de cosas actual que a todos nos está desquiciando no poco: el Process, la «muerte del Mar menor», la debacle económica, la caída de valores humanos y alza de una digitalización cuyo rumbo tanto se nos escapa a veces de las manos, el cambio climático y la desorientación general del personal: muchas cosas para mis nervios siempre tan sensibles.
Y sin embargo: acá estoy, aún en pie y hasta que los hados, el azar y la necesidad quieran disponer.
Pedro Egio